Pero los números exhibidos por la principal empresa energética del país no pueden desprenderse de los números exhibidos por el sector del upstream. Sobre esta distinción quisiéramos detenernos en este informe.
La producción de crudo -recordar, en caída desde 1998-, comenzó a recuperarse a partir de la renacionalización de YPF. Se desaceleró su tendencia declinante y mejoró ostensiblemente desde entonces (la reversión de las tendencias declinantes se logró en 2014). En 2015, se revirtió la producción a la baja, es decir, se registró una producción mayor a la de 2014. Pero la importantísima recuperación fue dilapidada por la gestión Macri: cayó 3,8% en 2016. Al primer semestre de 2017, la producción agudizó su caída alcanzando un 8% interanual. Desde igual período de 2015 acumula una retracción del 10,7%. Ajustemos un poco más la lupa.
Chubut, la primera productora de crudo del país, cayó -10,4% entre el primer semestre de 2017 y el mismo período de 2016. El acumulado sobre 2015 es de -14,3%.
Por su parte, Neuquén, segunda productora de petróleo detenta el peor comportamiento al menos desde 2012 y no detiene su declinación al pasar de -2,8% interanual en el primer semestre de 2016 a -5,8% en el presente año. El acumulado sobre 2915 es de -8,4%.
Finalmente, tenemos el análisis por cuenca. De todas las cuencas en actividad que posee la Argentina, las Neuquina y del Golfo San Jorge explican el 90% del crudo extraído en el país. Entre 2016 y 2015, la producción cayó un 2% en la primera y un 5% en la segunda. Al primer semestre de 2017 los números empeoraron, observándose:
1) Marcado desmejoramiento de los niveles de producción de petróleo en ambas cuencas desde la asunción de Mauricio Macri;
2) El acumulado de la caída en la neuquina respecto del primer semestre de 2015: -8%; acumulado de la caída en la del Golfo: -13%;
3) La producción de petróleo en la Cuenca Neuquina es la más baja al menos de los últimos cinco años (desde 2012). Igual para la del Golfo. Y con el gas natural algo parecido, no tan dramática en cuanto a la dimensión de la caída, pero más grave por cuanto el gas resulta aún más estratégico en las matrices energéticas primaria y secundaria, por un lado, así como en volúmenes importados.
¿Qué pasó con este fluido? La producción de gas natural registró una caída del 0,9% en el primer semestre de 2017 en relación a igual período de 2016, acentuando la retracción en lo que va del año. Se trata del peor desempeño desde 2013.
Neuquén, la primera productora de gas con aproximadamente la mitad de la producción nacional, no detiene su tasa de declinación. Gravísimo.
Llegado a este punto emerge lógica la siguiente pregunta: ¿Alguien, en el Ministerio de Energía, se hizo cargo de este desmadre que no detiene su marcha desde la asunción del Presidente Mauricio Macri?
Es justo recordar que en abril del corriente renunció José Luis Sureda a su cargo al frente de la Secretaría de Recursos Hidrocarburíferos. Sin embargo, la razón de su renuncia no pasó por el desastre de 2016 atribuido directamente a su gestión. Por el contrario, en su carta de renuncia, el ex PAE responsabilizó a Aranguren -sin mencionarlo- por las "graves" declinaciones de la producción registradas en Santa Cruz, Chubut y Salta (llamativamente no mencionó a Neuquén). Pero Sureda, que no se hizo cargo del pésimo 2016, se fue hace meses y nadie lo reemplazó. Mientras tanto, el petróleo y el gas siguen en caída libre, con él y sin él. Mientras tanto también, la prensa se escandaliza por la renuncia del CEO de YPF que no modificará un ápice la profunda crisis hidrocarburífera (tal vez la agrave).
Para que cambie y se recupere el sector, la política energética debe pegar un giro de 180 grados de forma urgente. Y para que ello ocurra, el señor Juan José Aranguren deberá dar un paso al costado. Esperemos lo haga antes que sea demasiado tarde.
* Federico Bernal, es director general del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (OETEC).
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¿Crisis en YPF o crisis hidrocarburífera nacional?
El tratamiento mediático que la gran prensa está dando a la renuncia del CEO de YPF, Ricardo Darré, puso de manifiesto una clara intención de desvincular el pésimo desempeño de la petrolera de bandera de la profunda e increíble crisis hidrocarburífera nacional, verificada desde diciembre de 2015.
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