El célebre artista colombiano Fernando Botero, conocido por sus esculturas de voluminosas figuras humanas, murió hoy a los 91 años.
Lo informó el diario El Tiempo de Bogotá. Su hija Lina, en declaraciones a Caracol Radio, explicó que falleció en Mónaco esta mañana. "Llevaba cinco días bastante delicado de salud porque había desarrollado una neumonía", dijo.
"Murió con 91 años, tuvo una vida extraordinaria y se fue en el momento indicado", expresó su hija y lo recordó como una persona "que dedicó su vida a su país, que fue el tema de su obra artística".
Considerado como "el artista colombiano más grande de todos los tiempos", Botero había nacido en 1932 en Medellín y llegó a convertirse en uno de los creadores contemporáneos más reconocibles en todo el mundo al desarrollar una impronta absolutamente propia.
Sus figuras corpulentas le han llevado a abordar una gran variedad de temas, como reinterpretaciones de cuadros de los antiguos maestros, escenas callejeras latinoamericanas, la vida doméstica y retratos satíricos de personajes políticos. El volumen de sus personajes permitió al artista enfatizar y resaltar ciertos rasgos, aumentando su impacto.
Estudió en Colombia y en la Real Academia de Arte de San Fernando, en Madrid. Empezó a exponer en la década de 1960 en Estados Unidos, con una primera muestra en el Milwaukee Art Center.
A los 19 años viajó a Bogotá, donde presentó su primera exposición individual de acuarelas, gouaches, tintas y óleos en la Galería Leo Matiz, y con lo recaudado vivió algún tiempo en Tolú. De su estancia allí saldría el óleo "Frente al mar", con el que obtuvo el segundo premio de pintura en el IX Salón Anual de Artistas Colombianos.
Su momento "eureka" llegó en 1956, cuando vivía en Ciudad de México: el artista pintó una mandolina con un agujero de sonido inusualmente pequeño, lo que hizo que el instrumento adquiriera proporciones exageradas. Botero se sintió entusiasmado por estas posibilidades aparentemente nuevas, y esto encendió su exploración del volumen a lo largo de toda su vida.
En 1977 expuso sus bronces por primera vez en el Grand Palais de París y en 1978, Fernando Botero pintó su propio pastiche del cuadro, titulado "Monalisa" y pintada en su estilo característico de "Boterismo", en homenaje a una de las más famosas de todas las pinturas al óleo occidentales, creada por Leonardo da Vinci.
Fue además un escultor, sus piezas pueden encontrarse en las calles de Medellín, Nueva York, París, Barcelona, Madrid y Jerusalén, entre otros lugares.
Comments powered by CComment