“He visto mi biblioteca, donde solía estudiar, destruída. He visto a mi gente llorar”, decía esta semana Wissan (45), que salió de la prisión en la que se había convertido Gaza hace años para producir películas en diferentes partes del mundo. Agotado de llevar la cuenta de las bombas, de las muertes, pero con la mente despierta por la adrenalina que se cuela en todas las conversaciones en Beirut, Wissan continuaba: “Llevamos años muriendo a diario, vivimos esperando la siguiente agresión… quizá sea mejor morir de una vez y cuando nosotros decidamos”.
Cuando se cumple más de una semana de que Hamás rompiera el alambre del paso de Beit Hanoun, que une la Franja con el resto de la histórica Palestina, la escalada ya hace hablar de la quinta guerra en Gaza en los quince años que dura el bloqueo. Ya son 2.329 los muertos en el octavo día de conflicto, al menos 724 son niños, de una población de algo más de dos millones en la que el 70% son refugiados y el 40% tiene menos de 15 años. En Israel, más de 1.300 personas han muerto desde que comenzó el conflicto, la mayoría en los primeros días de ofensiva.
Ya son 2.329 los muertos en Gaza en el octavo día de conflicto, al menos 724 son niños
Los bombardeos a escuelas, refugios de Naciones Unidas, y el asedio impuesto por Israel –“Vivir en Gaza significa que tienes que negociar con los estadounidenses, con los israelíes… para comprar un cartón de leche”, señalaba Wissan para explicar que el sitio no es del todo nuevo– están terminando o han terminado en muchos casos con los suministros básicos: el miércoles la central eléctrica se apagó por la falta de combustible, apenas quedan alimentos y ya hay muchas personas que no pueden más que beber agua contaminada.
La situación de desesperación se vio agravada este fin de semana con el ultimátum de Israel a más de un millón de personas en la ciudad de Gaza para que se trasladasen hacia el sur, algo que Naciones Unidas calificó como “una sentencia de muerte para los enfermos” y que hasta el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, tachó de “imposible de implementar”. La sentencia de evacuación se ha ido alargando hasta este domingo, y tras incursiones puntuales del ejército israelí en Gaza, aumenta las posibilidades de la anunciada operación terrestre. Ayer el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en una visita a las tropas de tierra lanzó este mensaje por sus redes sociales: “¿Estáis preparados para lo siguiente?”
“Israel quiere arrodillar a la población de Gaza y a Hamás, y crear condiciones para que la gente se vaya y reemplazar a la población, lo que es un precedente de limpieza étnica. ‘Animales humanos’, ‘Borrar Hamás de la faz de la tierra’, llevamos toda la semana escuchando por parte de oficiales israelíes un lenguaje muy violento que no solo viola el derecho internacional sino que va en contra del derecho, nunca había visto a Israel expresar tan abiertamente su apoyo a un genocidio”, dice en conversación con un prestigioso medio, Amal Saad, analista política libanesa especializada en las relaciones entre Líbano e Israel.
Nueve días de guerra sin ayuda humanitaria
Al otro lado de la única frontera que conecta Gaza con el mundo, en la región del Sinaí, se acumulan cargamentos humanitarios enviados por Naciones Unidas, Jordania o Turquía, a la espera de que las negociaciones entre Estados Unidos, Egipto e Israel –quien ha asegurado que nada circulará sin su permiso– permitan introducir el auxilio en Gaza. De momento, sobre el papel se ha permitido la evacuación de ciudadanos estadounidenses aunque la frontera permanece cerrada desde los intensos bombardeos del lunes y el martes en el lado palestino del paso de Rafah.
Se acumulan cargamentos de ayuda humanitaria en el Sinaí, a la espera de que las negociaciones entre Estados Unidos, Egipto e Israel permitan introducirlos en Gaza
“Con el despliegue de tanques alrededor del muro de Gaza y las amenazas de Israel no creo que vayamos a ver corredores humanitarios, que es lo mínimo que estamos pidiendo las organizaciones humanitarias: un alto al fuego y la asistencia a la población civil”, explica Cristina Muñoz, directora de Alianza por la Seguridad, que tiene a cinco trabajadores en Gaza cuya prioridad es ahora proteger.
Líbano: un posible segundo frente con Israel
La milicia chíita Hezbolá, que actúa como un gobierno en paralelo en Líbano y que tiene a Irán como principal aliado, mantiene una relación muy estrecha con Hamás. Hezbolá participó activamente en el diseño de la ofensiva que sorprendió a Israel hace una semana y que en buena medida se forjó entre reuniones de estos tres actores principales en Beirut, la capital libanesa.
En conversación con este medio, el experto libanés Joe Macaron, apuntaba que de haber querido abrir un frente con Israel, Hezbolá hubiese aprovechado el factor sorpresa y hubiera atacado el norte del país desde el comienzo de la escalada.
Este viernes, el primer día sagrado para los musulmanes desde el comienzo de la guerra y en el que Hamás llamó ‘de la inundación de Al Aqsa’, el número dos de Hezbolá, Naim Kassem, trasladaba el siguiente mensaje frente a miles de sus seguidores: “Conocemos bien nuestra responsabilidad y estamos preparados. Nosotros decidiremos cómo participar en la confrontación y cuándo intervendremos”.
La misión y existencia del ‘Partido de dios’ –traducción al castellano de Hezbolá– se basa en el eslogan de terminar con Israel. Es por eso que, según Saad, experta en la historia de la milicia, la destrucción de Hamás y de Gaza, que es lo que Israel ha dicho abiertamente que pretende y que podría empezar a lograr si se cumplen las amenazas de invasión terrestre en la Franja, sería una línea roja para la milicia.
En una rueda de prensa en Beirut, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Hosein Amir Abdolahian, dijo no descartar ninguna opción y dejó en manos de Hezbolá la decisión de una apertura oficial de un nuevo frente con Israel: “Los líderes de la resistencia contemplan todos los escenarios y tienen los dedos en el gatillo para disparar. La respuesta se dará en el momento oportuno en caso de inactividad de la comunidad internacional”.
Desde el miércoles se ha intensificado el intercambio de fuego entre Hezbolá e Israel a ambos lados de la línea azul, cuyos pueblos se han ido vaciando durante la semana. Aunque los principales objetivos están siendo puestos y vehículos militares, hay que lamentar la muerte de una pareja de ancianos en Chebaa y de un fotoperiodista de Reuters, Issam Abdallah, cuyo coche fue alcanzado cuando trabajaba en la frontera de Líbano. Hay otros seis periodistas heridos en el mismo ataque y ya son por lo menos once los periodistas –nueve palestinos, un libanés y un israelí– muertos esta semana. Los ataques a periodistas son crímenes de guerra.
Fuente: Contexto y Acción -ctxt.es
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