Daniel y Omar Garbarino, fundadores de la famosa casa de electrodomésticos que lleva su apellido, armaron un entramado de sociedades y fideicomisos ocultos en paraísos fiscales, mientras la empresa daba los primeros pasos hacia una crisis financiera que persiste hasta estos días. Los hermanos y el entonces CEO de la compañía, Carlos Eduardo García, mantuvieron una estructura oculta para proteger al menos USD 14 millones, casi al mismo tiempo que la Justicia comenzaba a investigar los números de la empresa luego de una denuncia de la AFIP por presunto lavado de dinero.
Los documentos que aparecen en Pandora Papers dan cuenta de un secretismo pocas veces visto que incluyó nombres en clave para ocultar la identidad de los verdaderos dueños. Los Garbarino y García eran mencionados como “Escorpio”, “Airies” y “Fonfria” por los ejecutivos del estudio Trident Trust, un ardid más para resguardar decenas de millones de dólares y bienes. La información se desprende de Pandora Papers, la nueva investigación global del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), en la que participó Infobae junto a La Nación y elDiarioAR, basada en la filtración de casi 12 millones de documentos de más de una docena de proveedores de estudios offshore.
Entre finales de 2012 y mediados de 2013, los tres hombres clave de Garbarino mudaron sus fideicomisos de Bahamas a Islas Vírgenes Británicas. Según un intercambio de correos electrónicos de la firma Integritas Trust Company Limited, a los que accedió el equipo argentino de ICIJ, los tres argentinos eran identificados con esos apodos, aunque no identificaban en los mensajes a quién correspondía cada sobrenombre.
Denuncia por presunto lavado
No es la primera vez que la firma Garbarino SA aparece vinculado a un entramado societario en paraísos fiscales. Los empresarios ya habían quedado expuestos en Panama Papers, la investigación de ICIJ publicada entre 2016 y 2018, por haber utilizado dos sociedades “vehículo” registradas en Suiza, Helvetic Services Group y Swisser AG, para enviar alrededor de USD 30 millones de dólares fuera de Argentina, según una denuncia posterior de la AFIP. La empresa pasó así, de ser líder en el mercado, a entrar en una acentuada crisis que llevó su valor simbólico de a un peso en 2020.
Las revelaciones sobre aquel primer entramado offshore de los Garbarino llevaron a la AFIP a investigar y luego denunciar en la Justicia, en 2013, a los responsables de la empresa por presunto lavado y asociación ilícita. La causa sigue abierta en el Juzgado federal de Julián Ercolini, con el organismo fiscal como querellante, aunque el fiscal Carlos Rívolo rechazó la denuncia del organismo. Los Garbarino, ni ningún representante de la empresa, han sido imputados ni citados a indagatoria.
Esta nueva revelación de Pandora Papers se hace pública después de que los Garbarino se desprendieron de la compañía que lleva su apellido. Cultores del bajo perfil,lograron que sus rostros no sean conocidos para el público. El año pasado, se la vendieron a Carlos Rosales, un ex funcionario del gobierno de Daniel Scioli y protesorero del club San Lorenzo, quien ahora afronta dificultades para pagar los sueldos de 3.800 empleados. La emblemática cadena de electrodomésticos está hoy al borde del concurso de acreedores y con una conciliación obligatoria para detener la ola de despidos.
Ante la consulta del equipo argentino de ICIJ, el abogado de los Garbarino señaló que todo lo que hicieron “se ajusta a sus declaraciones a los organismos fiscales”, aunque se negaron a mostrar las declaraciones juradas que lo acrediten. El entonces CEO Carlos García también afirmó que tiene sus declaraciones impositivas “en regla” con la AFIP, tras blanquear los activos que permanecían ocultos en el exterior, en uno de los últimos sinceramientos fiscales que se habilitó en el país.
El esquema offshore
Si la investigación de Panamá Papers levantó las alertas de las autoridades argentinas, el esquema offshore de los Garbarino que aparece en Pandora Papers es incluso más complejo.
Los primeros movimientos ocurrieron el 31 de octubre de 2014, cuando el estudio panameño Trident Trust reservó las sociedades Seawater International Limited y Tokitada Worldwide Limited, ambas registradas en Islas Vírgenes Británicas (BVI). El segundo paso para dificultar el rastreo de los verdaderos dueños fue elegir como directores de la firma a otras dos offshore, Stagrintie Limited y Rintiegast Limited, anotadas en Bahamas.
“Es extremadamente urgente”, le comunicó un oficial de Integritas, una firma que operaba con el estudio Trident Trust, vía correo electrónico para acelerar los plazos en el intercambio de documentos que precede el armado de una estructura offshore. Era el 10 de noviembre de 2014 y los clientes estaban apurados. Por esos días, Garbarino aparecía en las noticias porque la AFIP la acusaba, junto a otras 1.200 empresas argentinas, de utilizar facturas truchas para evadir el impuesto a las Ganancias.
Entonces, apareció una tercera instancia en el ocultamiento de las verdaderas identidades detrás de los papeles. Dos fideicomisos también radicados en las Islas Vírgenes Británicas quedaron oficialmente, el 10 de noviembre de 2014, como únicos accionistas de las sociedades offshore. El fideicomiso “802153 Trust” tomó el control de Seawater International Limited, mientras que el fideicomiso “802154 Trust” asumió las riendas de Tokitada Worldwide Limited.
Ya con varios escudos protectores, Daniel y Omar Garbarino firmaron los contratos que los oficializó como controlantes, beneficiarios finales y protectores del fideicomiso y, consecuentemente, de todo el esquema montado en paraísos fiscales. Daniel Garbarino se quedó con el “802153 Trust” y con Seawater International Limited. A través de esa compañía offshore operó una cuenta en el Banco Santander de Miami con USD 8 millones, según le informó al estudio Trident Trust.
Daniel Garbarino, además, dejó instrucciones para cumplir en el caso de morir: informó al estudio que los beneficiarios de su entramado offshore serían su esposa, la española María Teresa Rodríguez Serrano, y sus tres hijos. Para Daniel Garbarino y su familia, no resultó una decisión sorpresiva. Ya en 2011 había desarrollado un entramado similar del que no se conocen demasiadas precisiones. Montó otro fideicomiso, The Edenberg Trust, también en las Islas Vírgenes Británicas, con él mismo como controlante, y con su esposa e hijos como beneficiarios al fallecer, según figura en Pandora Papers con su puño y letra. Ese fideicomiso se creó para administrar propiedades inmuebles, aunque no aparece detallados los bienes o los activos en cuestión en los documentos filtrados.
Planificación sucesoria
En la misma línea que su hermano mayor, Omar Garbarino ordenó que, en caso de morir, los activos encapsulados dentro de la estructura offshore se distribuirían entre sus cuatro hijas, quienesrecibirían el 23% del total cada una, y otras dos mujeres, el 8% restante.
Pero esos planes sucesorios de los hermanos Garbarino no llegaron a efectivizarse. Tanto Seawater International Limited como Tokitada Worldwide Limited fueron disueltas el 22 de diciembre de 2017, aunque los Garbarino continuaron como clientes de Trident Trust e Integritas, hasta al menos hasta principios de 2019, según un formulario con sus datos personales y copia de sus pasaportes argentinos que figuran en Pandora Papers.
El documento de enero de ese año conecta a los hermanos con otras dos sociedades con reminiscencias futboleras, Platte River Management y Platte River Management II, ambas radicadas en Bahamas.
Ante la consulta del equipo argentino de ICIJ, los hermanos Garbarino rechazaron responder preguntas o mostrar los documentos que acreditan la tributación de los activos que estuvieron (o aún están) en el entramado offshore. “No va a haber respuesta”, indicó uno de sus abogados.“Todo se ajusta a sus declaraciones a los organismos fiscales”, se limitó a transmitir.
Desde Trident dijeron a ICIJ que “cada uno de los negocios de servicios corporativos y fiduciarios de Trident está regulado en la jurisdicción en la que opera y está totalmente comprometido con el cumplimiento de todas las regulaciones aplicables. Trident coopera habitualmente con cualquier autoridad competente que solicite información. Trident no habla de sus clientes con los medios”.
Más millones
Carlos García, histórico CEO de la compañía hasta septiembre pasado, siguió los pasos de los hermanos Garbarino. En 2012, armó un fideicomiso en islas Bahamas para guardar activos por USD 6 millones. ¿El objetivo? “Evitar la sucesión de bienes en su país natal y proteger sus activos de potenciales acreedores”, escribió de puño y letra en el formulario para clientes del estudio Trident Trust
García encapsuló dinero en efectivo, acciones o bonos y otros activos no precisados dentro del fideicomiso “301-638 Trust” (Escorpio Management SA), tras llegar a la jurisdicción de Bahamas desde otra compañía identificada como PHC Fonfria Guarantee Limited. Sin embargo, negó vinculación con esta otra offshore ante la consulta del equipo argentino de ICIJ. “No tuve ni tengo relación alguna con Escorpio Management SA”, respondió por mensaje de WhatsApp.
Para enero de 2014, sin embargo, García comunicó que ya no deseaba mantener abierto el fideicomiso, según informó una ejecutiva del proveedor Trident en un correo electrónico.
Consultado por el equipo local de ICIJ, García se despegó de uno de esos fideicomisos, aunque admitió que regularizó su situación tributaria durante los últimos años. “Tengo mis declaraciones impositivas en regla”, afirmó, “tras proceder a su regularización en uno de los últimos blanqueos que se dispuso en la Argentina”. Sin embargo, se negó a dar mayores precisiones y tampoco accedió mostrar sus declaraciones juradas.
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