El presidente, Alberto Fernández se reunió con la titular del FMI Kristalina Georgieva en la embajada de Argentina en Roma en el marco de la cumbre del G20, con dos cuestiones clave en agenda: la negociación por la deuda que tomó la gestión de Mauricio Macri -unos u$s44.000 millones- y el pedido de reducir los sobrecargos que pagan los países deudores.
“Tuvimos una buena reunión con el Presidente. Hemos conversado sobre la situación económica en Argentina. Se reunieron nuestros equipos económicos para lograr un progreso en nuestra relación”, dijo la titular del FMI luego de la reunión. Y añadió: “Los dos equipos van a reunirse y van a revisar cuidadosamente lo que debe hacerse”, agregó Georgieva.
De esa reunión participaron también el canciller Santiago Cafiero y el ministro Martín Guzmán. A la vez, fue de la partida el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz.
Fuentes del Gobierno anticiparon a un prestigioso medio que en el cónclave con el organismo apuntaba a reforzar la misma estrategia que en otras ocasiones, esto es, que el FMI reconozca no sólo su participación decisiva y discrecional en la concesión del mega-préstamo, sino también el carácter de excepcionalidad.
Para ponerlo en los términos que suele utilizar uno de los artífices de la negociación, el Gobierno considera que sólo será viable una propuesta de equidad de punto de partida en la negociación: en criollo, que si el gobierno de Fernández se hace cargo de la deuda que tomó el ex presidente Macri, la burocracia del FMI y, quizás, en menor medida el gobierno de EEUU, reconozcan la inédita e irregular gestión en la concesión del préstamo que llevó a cabo Christine Lagarde por recomendación del ex representante de los EEUU en el FMI, Mauricio Claver Carone (hoy titular del BID).
Según trascendió en los últimos días, hasta ahora, las ideas del Gobierno no habrían impactado de lleno en la agenda del board del Fondo, que liderado por Estados Unidos, Alemania y Japón, pareciera no estar dispuestos en lo inmediato a rebajar los sobrecargos o sobretasas. En esa línea, sostiene que los plazos que exige Argentina tampoco están previstos en los estatutos del organismo. A esa pantanosa ecuación hay que sumar que Georgieva, de buena relación con Alberto Fernández, pareciera ahora menos predispuesta a dar lugar en la negociación a cuestiones que no sean estrictamente ordinarias para la burocracia del organismo, algo afectada políticamente por su investigación con China.
También hay que agregar que éste será el segundo encuentro de Guzmán con la titular del FMI en dos semanas, después del cónclave en Washington. Guzmán llegó a Roma el miércoles último y fue parte de la reunión de ministros de Finanzas y banqueros centrales.
En los últimos días, la economía pareció reforzar su estatus crítico. Por un lado, los números de pobreza no ceden del todo mientras que las mejoras del rebote económico no llegan en forma homogénea a todos los sectores. Existen, cada vez más, presiones cambiarias con tinte electoral que llevaron ayer el dólar blue muy cerca de los $200. Y pese a que parte del “plan” es anclar el dólar oficial y las tarifas, la inflación se mantiene en torno al 52% interanual, lo que deprime el poder adquisitivo de los ingresos y hace muy difícil la recomposición del consumo, básico en el esquema económico de estímulo vía demanda agregada que quiere implementar el Gobierno.
Al margen de lo exigido de las reservas del Banco Central (en diciembre se usarán para pagar US$ 1.880 millones al FMI) pero también de un incremento del riesgo país por encima de los 1600 puntos, y de que en los últimos días el designado embajador de EEUU en Argentina, Marc Stanley, pidió “un plan macroeconómico” al Gobierno consultado por el tema del FMI, la pregunta que subyace es por la microeconomía.
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