El Diablo de la Quebrada de Humahuaca aguarda con ansias y emoción la llegada del carnaval para desparramar su alegría a partir del próximo sábado y en la cuenta regresiva intensifica las horas de bordado y detalles del disfraz que diseñó para refrendar que es el máximo protagonista de los festejos en Jujuy.

Las personas que lucen los coloridos disfraces se convierten de manera genuina en artesanos para elaborar sus trajes, enseñanza que definitivamente se convirtió en una tradición que se trasmite de generación en generación.

En la ciudad histórica de Humahuaca, enclavada a unos 120 kilómetros al norte de la capital jujeña, luego del convite que dejó el "Día del Carnavalito" y el "Jueves de Compadres", ya se percibe el regodeo de los pobladores para dar rienda suelta al jolgorio popular.

Esto también se traduce en el movimiento de los integrantes de cada comparsa o agrupaciones tradicionalistas, quienes alistan los espacios donde se llevarán a cabo los bailes y gestionan los permisos y habilitaciones pertinentes, al tiempo que anticipan sus propuestas del encuentro carnestolendo para lo cual trabajaron de manera comunitaria durante todo un año.

Escuchando una radio FM de fondo que acompaña las horas de trabajo, hombres y mujeres incorporan, contrarreloj, en cada parte del distinguido disfraz los últimos cascabeles, mostacillas y espejos, mientras que brillantes lentejuelas componen atrayentes figuras principalmente en la capa y el faldón.

El diablo quebradeño alcanzó una gran popularidad entre los carnavales que se desarrollan en el país y a diferencia de las exhibiciones que se aprecian en los corsódromos, este personaje se inmiscuye entre los presentes, hace bailar a los recién llegados e interactúa en todo momento con las personas, manteniendo siempre el anonimato y preservando su identidad.


En la voz de sus protagonistas

Tres protagonistas de la antiquísima festividad reflexionaron y dialogaron con Télam acerca de las expresiones culturales, el simbolismo y sentimientos que encierra el diablo, como también de su rol dentro de las agrupaciones y celebraciones colectivas.

"La vida del disfrazado tiene una connotación muy especial debido a que desde jóvenes nos preparamos para el carnaval, ya sea porque lo heredamos como tradición de nuestros mayores, por ser aficionado a una comparsa o nos involucramos por primera vez", reveló Renato "Pato" Zamboni, quien forma parte de la tercera generación de disfrazados de su familia.

Ante ese legado obtenido aseguró que "durante todo el año uno está pensando en su modelo de disfraz, compra los elementos y de a poco le va dando forma al traje, generalmente los bordados se inician una vez que culmina el mes de la Pachamama, es decir después de agosto".

Consultado por los días previos al desentierro del carnaval, Zamboni dijo que esa antesala "se torna quizás más complicada, uno se esfuerza más, trabajas horas extras. A veces nos juntamos entre dos o tres muchachos para hacernos compañía y coser lentejuelas, espejos y cascabeles durante toda la noche", reconoció.

Los disfrazados consultados forman parte de la Comparsa Juventud Alegre, una de las más legendarias agrupaciones de la Quebrada de Humahuaca con 101 años de existencia por lo que a lo largo de su historia pasaron al menos cuatro generaciones de disfrazados.

"Soy de la tercera generación de diablo de mi familia e indefectiblemente ello implica tener un sentimiento muy grande, un apego cultural y lo hago con devoción, respeto teniendo en cuenta la tradición que tenemos y siendo conscientes que el diablo es el mayor protagonista del carnaval", sostuvo.

Además de mostrar una actitud de algarabía este personaje "tiene la responsabilidad de cuidar a la gente, expresarse con picardía, haciendo bromas, pero también tiene que cuidar a los diablitos más chicos y por ultimo un tema no menor es que el verdadero diablo mantiene su anonimato, cambiando su voz y evitando sacarse la careta".

Quienes deciden convertirse en un alborozado diablo de carnaval participan de una sentida ceremonia de desentierro del pujllay, en un mojón (sitio considerado sagrado por los participantes), donde solo ingresan disfrazados para luego juntarse con la multitud.

"Luego de realizar la ofrenda a la Pachamama y desenterramos el carnaval, nos salta el diablo desde nuestras entrañas, en ese momento empezamos a desparramar esa alegría y euforia que nos caracteriza", explico el referente jujeño.

En relación a los diseños plasmados en las comparsas de la Quebrada de Humahuaca, dijo que, si bien un disfraz es único porque el diseño que es personal, "siempre la cultura está arraigada y plasmada en las figuras de los apliques, como diablitos, figuras de animales, se refrendan mensajes, frases o cumplen alguna promesa que se vuelcan en el traje", concluyó.

Para uno de los diablos mayores de la agrupación tradicionalista, Enrique Tejerina, la semana previa se vive con ansiedad, "se sabe que quedan minutos para salir a divertirse durante nueve días y nueve noches, y es el momento que debemos lucir los trajes", expresó.

Para dar sentido a los elementos que porta el diablo precisó que "los flecos del disfraz representan el sonido del viento", en tanto "los espejos atraen al sol con su ineludible reflejo", mientras que el sonido de los cascabeles, "sirve para marcar presencia debido a que se los escucha a varios metros de distancia".

"De manera particular me gusta que las figuras tengan que ver con nuestra Humahuaca, en mi caso hago caricaturas de diablos de distintas formas y tamaños, pero también valoro el ingenio de cada disfrazado en sus diseños", reconoció.

En la noche del próximo sábado cientos de diablos y diablas se apropiarán tanto de los espacios públicos captando la atención de todos los presentes y en ese momento, "cuando nace el carnaval se potencia la sensación de felicidad", afirmó.

"Es una época que esperamos los 365 días del año, es el momento de mostrar todo el esfuerzo plasmado en cada elemento que destella en el diablo", completó para luego mencionar visiblemente emocionado que, "es un orgullo formar parte de la Juventud Alegre como diablo porque es lo más grande que hay en la Quebrada de Humahuaca".

En los últimos años la presencia de la mujer entre la masiva cantidad de disfrazados se hizo notar, tal como lo revalida Susana Lascano, una joven diabla de carnaval, quien contó a Télam que desde niña aprendió a realizar "los moldes del conjunto bicolor, el cual no es una prenda cualquiera, porque para nosotros es toda una celebración esbozarlo".

"Coser los cascabeles de manera segura, los bordados de los apliques tienen que ser meticulosos y prolijos para combinar con los colores elegidos lo que lleva un poco más de un mes hacerlo, dependiendo el ritmo, tiempo y energía que le dediques para que esa diabla se destaque en los días de festejo", estimó.

La joven participa de todas ceremonias desde hace tres años y revela que intenta "seguir al pie de la letra los consejos de sus abuelos para portar el disfraz con emoción y felicidad".

Las diablas -que cada vez son más en las instituciones tradicionales- también llevan el mando de la comparsa, se igualan a los diablos varones y replican con humor las conversaciones sin perder su júbilo entre la gente.

A diferencia del diablo, el disfraz de la diabla en vez llevar un cabezal, utiliza llamativas pelucas junto a una vincha con cuernos y algunas optan por llevar un antifaz y no una máscara como la de los varones, acotó.

"El carnaval permite la unión entre quienes compartimos los mismos sentimientos y la emoción por ver a nuestra comparsa salir a las calles nos genera un orgullo enorme ", sostuvo finalmente.

Fuente: Télam