El crack argentino y capitán del Barcelona, Lionel Messi, vive días tristes con el club de su vida, tras constatar de la peor forma posible la cruda realidad de que el equipo ganador que hasta hace no mucho tiempo le permitía olvidar sus momentos de frustración con la selección argentina está agotado y el club deberá definir un nuevo proyecto que hoy mismo se puso en marcha con la desvinculación del entrenador Enrique Setién.
El viernes último Bayern Munich eliminó al Barcelona de la fase final de la Liga de Campeones de Europa asestándole la mayor goleada de la historia en esta competición (8-2), que también ha sido la más abultada que recibió Messi a lo largo de su carrera, tras el 6-1 frente a Bolivia en La Paz con la selección argentina.
La primera consecuencia tuvo lugar en esta medianoche española, cuando tras una reunión entre el presidente "culé", Josep Bartomeu, y el director deportivo, Eric Abidal, el tiitular "blaugrana" le confirmó a la Cadena Ser que "Setién está fuera".
El durísimo golpe obligó al Barcelona, pero también a su máxima estrella, de 33 años, a plantearse cuáles son las posibilidades de futuro, sin que se descarte la salida de Messi del equipo catalán, algo que probablemente sería viable recién a mitad del año próximo, cuando quedará libre al vencer su actual contrato multimillonario.
A pesar de que el crack argentino es pretendido por varios equipos, muy pocos pueden pagar su sueldo, apenas el Manchester City, el París Saint Germain, el Inter de Milán o el Bayer Munich, aunque este último no parece necesitarlo.
El Manchester City de Pep Guardiola tiene un atractivo especial desde el punto de vista deportivo, ya que implicaría el reencuentro entre Messi y el DT catalán, su mentor en el Barcelona, con el que comparte actualmente la obsesión de volver a conquistar la Champions.
No obstante, el divorcio entre Messi y el Barcelona, el club al que llegó con 13 años y con el que lo ganó todo, y en el que dijo en reiteradas ocasiones que quería terminar su carrera, todavía puede evitarse.
El 10 del Barcelona pudo abandonar el club este año, puesto que su contrato le permitía cortar la relación si así lo manifestaba antes del 31 de mayo, pero no lo hizo.
En su decisión pesaron cuestiones de índole personal, como el hecho de que su familia, su mujer Antonella Roccusso y tres hijos, se encuentran felices y cómodamente asentados en la capital catalana, mientras el contexto de la pandemia mundial de coronavirus tampoco invitaba a emprender una aventura incierta.
Además, Messi había dejado claro meses antes que no quería irse del Barcelona, aunque tampoco se quedaría a cualquier precio. Su sueño no es otro que tener un final glorioso en el Camp Nou, liderando un proyecto que devuelva al club catalán a la cima de Europa.
"No quiero un contrato largo y quedarme porque tengo contrato, sino porque quiero estar en buena forma física, jugar, ser importante y ver que hay un proyecto ganador", dijo el capitán azulgrana en una entrevista en septiembre de 2019, al inicio de la temporada.
Sin embargo, muchas cosas pasaron desde entonces y hasta que el Barcelona sucumbió de forma humillante frente al Bayern, poniendo fin a la primera temporada sin título en 12 años.
"Jugando así, no nos da para ganar la Champions", había dicho Messi en febrero, tras la destitución de Ernesto Valverde, y lo repitió luego de perder la Liga, con Quique Setién en el banquillo, quien no compartió su análisis, posteriormente confirmado.
Tras dejar escapar la Liga española en manos del Real Madrid, Messi seguía depositado sus esperanzas en la Champions League, pero la inédita fase final de Lisboa hizo emerger la crisis deportiva soslayada por la crisis institucional en la que se encontraba ya sumido el club, con una cúpula directiva cuestionada y enfrentada con su máxima estrella.
Si bien en el Barcelona confían en convencer al seis veces ganador del Balón de Oro para que se quede con un proyecto nuevo, la situación es compleja porque el tiempo apremia y se requiere un dinero con el que no cuenta.
La incierta situación de la pandemia de coronavirus puso en jaque las finanzas del club, que en sus últimos años gastó una cifra sideral en jugadores a los que no logró sacarles el rédito esperado, como Dembelé, Coutinho y Griezmann (+ de 350 millones de euros).
Ahora, la dirección está dispuesta a poner en venta a gran parte del plantel, incluidos jugadores emblemáticos como Piqué, Busquets y Jodi Alba, excluyendo solo a Ter Stegen, De Jong y Messi, así como los jóvenes ascendidos de la "cantera", Ansu Fati y Riqui Puig.
Así tendrían dinero para pagar la cláusula del argentino Lautaro Martínez, actualmente en el Inter de Milán.
Los directivos también trabajan en la llegada de un nuevo técnico para sustituir a Setién, siendo el argentino Mauricio Pochettino y al neerlandés Ronald Koeman, actual DT del seleccionado de los Países Bajos, los que más chances tienen con la actual directiva.
El exmediocampista y actual entrenador del Al Saad qatarí Xavi Hernández, amigo personal de Messi, hizo saber que sólo vendría con una nueva conducción.
En ese sentido, Messi envió un mensaje sobre su futuro cuando a principios de julio hizo saber a la prensa que paralizaba las negociaciones para renovar su contrato. El presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, estaba en ese entonces cuestionado, y actualmente la presión es mayúscula para que convoque a elecciones.
Fuente: Télam
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