Inspirado en el belicoso espacio creado en Francia, el movimiento de Chalecos Amarillos llegó a la Argentina para quedarse, más allá de la representación política que gobierne el país.
Nacido para enfrentar las políticas neoliberales de la administración de Mauricio Macri, a mediados de diciembre un grupo de ciudadanos algunos de diferentes extracciones partidarias, otros sin alineamientos- decidieron la construcción de los Chalecos Amarillos en su versión rioplatense. La principal consigna es la que rige en el territorio galo: los integrantes presentes y futuros deben defender los derechos ciudadanos y combatir el ajuste, pero sin levantar banderas partidarias.
Si bien la convocatoria central es desde hace cinco sábados- en una de las esquinas del Congreso Nacional'> Congreso Nacional, a las 18 horas, ya empiezan a replicarse las manifestaciones en otras ciudades. Al centenar de presentes en la intersección de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia, se han sumado en sólo 30 días nada menos que 8.000 seguidores en la página de Facebook (Chalecos Amarillos de Argentina). El grupo también está presente en Twitter, bajo el usuario @ArgChalecos.
Uno de los integrantes "fundadores", Fabio Bianchi, manifestó a BAE Negocios que el movimiento local "surge ante la necesidad imperiosa de unidad de los ciudadanos, a fin de lograr detener las políticas que están poniendo al pueblo en una situación límite".
"Unirse en lo concreto, crecer cada día hasta tener la suficiente fuerza para exigir y poder llevar adelante medidas que tengan en cuenta el bien común. Creemos en la necesidad de dejar de lado pasiones partidarias personales, cuya imposición solamente logra dividirnos como pueblo, y debilitarnos ante un enemigo común que dispone de poderes comunicacionales hegemónicos y financieros", se explayó Fabio, un asistente perfecto a las protestas sabatinas por la tarde.
Por su parte, Jonatan Valdivieso, otro de los integrantes iniciales, destacó que "hace mucho tiempo que la Argentina tiene problemas de representatividad a nivel político. Actualmente la distancia entre la clase política, no sólo la que nos gobierna sino también la de los partidos de oposición, y las necesidades del pueblo, son enormes. Por una parte, tenemos un gobierno que toma decisiones transcendentales para el país como si fuera una monarquía a puros decretos; y además con el único objetivo de esquilmar a la sociedad para transferir gran cantidad de recursos económicos a los grandes grupos concentrados de la economía. Por otra parte, una oposición que con vistas electorales sigue garantizando gobernabilidad, deja que el Congreso esté paralizado frente a las decisiones que se van adoptando, y no pone la máxima voluntad de resistencia para conseguir un cambio de dirección de las políticas de saqueo".
Los Chalecos Amarillos de Argentina tienen como uno de los referentes del trabajo de prensa y difusión, a Pablo Doublier, para quien el espacio es muy necesario por la necesidad de la población de protestar contra las actuales políticas del Gobierno. Uno de las muestras palmarias de este suceso es que en la página de Facebook, todos los días emergen voces desde las provincias, el Gran Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires, que preguntan sobre el incipiente proyecto "criollo". De hecho, en distritos como La Matanza, o provincias como Jujuy, por citar dos ejemplos y realidades muy distintas, el movimiento está empezando a dar sus primeros pasos.
Sólo por enumerar algunas de las medidas que exigen los "chalecos nacionales y populares", se pueden citar:
- No al saqueo a los jubilados.
- Por la emergencia laboral y el aumento de los salarios. No a los despidos.
- No a los Tarifazos y Ajustes.
- No a la privatización de tierras, servicios y empresas públicas.
- No al cierre de escuelas. Defendemos la educación y la salud pública.
El paralelismo con el movimiento francés marca otra coincidencia: sólo el tiempo dirá si estos movimientos se afianzan como alternativa superadora en la sociedad.
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