{jkhighlight}Tomó nota de una transformación que como presidenta no quiso o no pudo advertir y comienza a insinuar una política para un sector que -aun sin vínculo fluido con ella- estaba identificado con su figura{/jkhighlight}. Cambió todo: el país, el Gobierno y su propio lugar en la toma de decisiones y el armado político. Mientras transcurren los días del récord de muertos que provoca el covid-19, el virus pega con más fuerza en los sectores más humildes y el Frente de Todos discute la continuidad con cambios del Ingreso Familiar de Emergencia, Cristina Fernández de Kirchner quiere sentar a los movimientos sociales a la mesa de su esquema de poder. Los dirigentes más notorios de la central que representa a los trabajadores de la economía informal crecieron como interlocutores durante el interregno de Mauricio Macri y forman ahora, en su enorme mayoría, parte del gobierno.
Tensión y síntesis
Paradojas del panperonismo, la vicepresidenta encontró en el kirchnerismo tardío de Juan Grabois una puerta de entrada a un universo que le resultaba lejano y vio cómo la cúpula del Movimiento Evita -aquellos nestoristas de la primera hora- se alejaba de sus filas sin retorno para pararse del lado del albertismo no nonato y en contraste con La Cámpora. A partir de esa composición, Cristina decidió mostrar que piensa intervenir también en el debate que viene y convocó hace unas semanas a Daniel Menéndez y la conducción de Barrios de Pie a su despacho en el Senado.
Ese mismo día, la visitó el líder del MTE junto a las “Mujeres Argentinas por Tierra, Techo y Trabajo”. Esta semana, Grabois presentó su propuesta para ocupar a cuatro millones de personas de la economía popular como parte de un “Plan de Desarrollo Integral” que incluye a la UOCRA, Camioneros, la Unión Ferroviaria y el SMATA.
En la reunión con Menéndez, subsecretario de Política de Integración y Formación de la Secretaría de Economía Social, la vicepresidenta mostró un acuerdo estratégico con Alberto Fernández, sostuvo que el Estado debe intervenir para regular a un capitalismo que saldrá a puro ajuste de la pandemia y planteó que, pese a la utilización que puedan hacer los medios anticristinistas, no hay que tenerles miedo a las diferencias en el arco oficialista.
“Así es el peronismo. Tensión y síntesis”, dicen que dijo. Barrios de Pie ingresó al Gobierno a partir de un acuerdo con Fernández, pero tiene un vínculo estrecho con dirigentes de La Cámpora como el ministro de Desarrollo bonaerense, Andrés Larroque. A partir del diálogo con CFK, plantean la necesidad de seguir apostando a la unidad y buscan pararse en la avenida del medio, entre Grabois y el Evita.
Potenciar trabajo
El encuentro se dio en plena discusión por la continuidad del IFE y cuando el gobierno busca la forma de reducir su alcance. Si bien en un primer momento el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, abrió la posibilidad de otorgar un ingreso ciudadano o Renta Universal para entre dos y tres millones de personas, el viernes 7 el Presidente afirmó que se trata de amplificar el Plan Potenciar Trabajo, que acaba de incluir la creación de cajas de ahorro para cuentas sueldo y que, según dicen en el Gobierno, puede crecer hasta abarcar alrededor de dos millones de personas.
Según dirigentes sociales que la visitaron, CFK remarcó que su principal interés pasa por fomentar la “cultura del trabajo” y lograr una “contraprestación” por parte de las personas que reciban el subsidio del Estado.
De acuerdo a las estadísticas oficiales, ese programa llega en total a un universo de 580.000 personas y es el resultado de la fusión del Salario Social Complementario y el programa “Ellas Hacen”, actual “Hacemos Futuro”. Los beneficiarios cobran hoy 8.500 pesos por mes, la mitad de un Salario Mínimo Vital y Móvil que corre de muy atrás a la inflación y quedó devastado por el ajuste de los últimos años.
Disputar la clase media
Según coincidieron ante la consulta de un prestigioso medio dirigentes sociales que la visitaron en las últimas semanas, CFK remarcó que su principal interés pasa por fomentar la “cultura del trabajo” y lograr una “contraprestación” por parte de las personas que reciban el subsidio del Estado. La intención es amplificar la asistencia pero vincularla a la actividad productiva, algo que Grabois impulsa a su manera con el plan de urbanización de barrios y obra pública que acaba de presentar.
Eso, según aceptan en el Gobierno y los movimientos sociales, demandará una mayor inversión pública, un aspecto central del que todavía no se conocen detalles. En Desarrollo Social, se habla de cinco sectores clave para reconstruir la actividad productiva: pequeñas obras de construcción, veredas, casas o infraestructura; trabajo textil; producción de alimentos; tareas de cuidado y recolección y reciclado de los residuos urbanos.
Cristina defiende la necesidad de un ingreso ciudadano, pero rechaza la intermediación: pone como modelo al sistema de Asignación Universal por Hijo y sostiene que es necesario reducir al máximo los planes. El objetivo de fondo es hacer un esfuerzo mayor en busca de un doble objetivo, no poco ambicioso: revertir la estigmatización de los sectores informales e intervenir en el debate con los sectores de clase media que cuestionan al kirchnerismo por sus políticas de asistencia.
Dos referentes de movimientos sociales declararon que la vicepresidenta no sólo se refería como clase media al votante tradicional de Juntos por el Cambio o el militante del antiperonismo visceral; también parecía hablar de franjas de la población que pueden ser afines al peronismo o están todavía en disputa, más aún después de la aventura de Macri en el poder.
En uno de los encuentros que mantuvo, CFK contó incluso experiencias personales con gente con la que tiene trato habitual para destacar un aspecto no siempre valorado: también la clase media baja tiene sus argumentos para criticar al que percibe un subsidio del Estado. Por eso, más que Renta Universal, lo que reclama la vicepresidenta es que se haga especial énfasis en mostrar que de la asistencia se busca pasar a la generación de trabajo.
No a la Renta Universal
En ese punto, Cristina parece coincidir con Emilio Pérsico, a quien entre los movimientos sociales ubican como el dirigente más identificado hoy con el Presidente y más enfrentado al cristinismo. El dirigente del Movimiento Evita también acaba de manifestarse en desacuerdo con las “políticas rentistas”. “Fueron las cinco empresas más poderosas de la Tierra quienes hicieron un documento planteando el tema de la renta universal: ahí yo ya dudo”.
“Los trabajadores hablamos de otra cosa: queremos al Estado como último empleador. El trabajo universal garantizado, en eso creemos. O creemos en el Salario Social Complementario para aquel compañero que tiene trabajo pero no llega al salario mínimo, como una ayuda transitoria hasta que valoricemos lo que hace”, dijo en una entrevista con la revista Crisis. Entre la dirigencia de lo que fue el triunvirato de los Cayetanos, son muchos los que coinciden y están los que sostienen que el ingreso universal está tomado del modelo europeo y no puede aplicarse en Argentina.
Pese al DNU que prohíbe los despidos, el subsidio del ATP y los créditos destinados a pagar los sueldos de 1,8 millón de asalariados del sector privado en julio, los números del desempleo están en ascenso y, según la UCA, ya se ubican por encima del 15%. Por eso, la creación de trabajo es parte central del debate que viene para los Fernández, por encima de la recuperación del salario. Mientras Roberto Lavagna muestra su plan para incluir en un nuevo “sistema” laboral a los “descartables” de los que habla el papa Francisco, Cristina le hace lugar en su agenda al puente con los movimientos sociales.
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