Rodolfo, yo lo conozco
El 17 y 18 de julio de este pandémico 2020 se realizó el 1° Congreso Internacional entre arquitectos, arquitectas y la clientela. La idea es crear puentes. Y las bases de este empeño están sostenidas por el Método. ¿Qué es esto? Una aproximación humana, solidaria y social elucubrada y llevada a la práctica por un arquitecto muy particular: Rodolfo Livingston. En 1960 viajó a Cuba como voluntario, simpatizante como era del proceso revolucionario. Fue inspirador de Arquitectos de la Comunidad. En la ciudad de Baracoa le encargaron la urbanización de un barrio. Reunió a lxs vecinxs y lxs hizo partícipes: cómo creían que debían hacerse sus viviendas aprovechado los materiales del lugar. Esta experiencia fue el puntapié para desarrollar su método de trabajo. Es autor, Livingston, de una decena de libros, entre los que se destacan el fundamental Cirugía de Casas (1990), Arquitectura y Autoritarismo (1991), El Método (2002) y Memorias de un Funcionario (1991) donde narra su experiencia como director del Centro Cultural Recoleta, de donde fue expulsado. Tras la publicación de su primer libro fue invitado a dictar un seminario en Cuba. Se forma Arquitectos de Familia. El estreno del documental Método Livingston fue en el marco del BAFICI 2019. Producido por Néstor Frenkel, su directora, Sofía Mora, expone su visión del Método, que investigó desde su mirada cinematográfica: “Claramente la historia del Método cuenta que se inició casi sin saberlo en Cuba, donde Rodolfo fue contratado para erradicar una villa miseria y trabajó de manera conjunta con los obreros y futuros habitantes de las viviendas a construir. Aplicó un cerebro colectivo, sin dejar de lado el aspecto humano de las necesidades y deseos de esos cerebros. Quizás hoy este método se está aplicando en su mayoría más conjuntamente para casas de familias, reformas, pequeños proyectos de clase media pero que en definitiva comparten el origen de esa necesidad de construir un espacio para habitarlo y buscar de alguna manera la felicidad. Sé que también están aplicando el Método en algunos barrios humildes de la Provincia de Buenos Aires, así que de alguna manera vuelve a sus orígenes, como algo que apunta a solucionar el espacio colectivo.” La arquitectura como una práctica social, de pensamientos sometidos al debate entre lxs actorxs que participan de un hecho tan importante como es el diseño del lugar donde habitar. Nidia Marinaro explica esta ética y práctica de la arquitectura basada en los lineamientos formulados por Rodolfo Livingston: “Pensar antes de construir. Pensar qué casa necesitás. ¿Cómo es la casa para tu película familiar? Las casas no son iguales. Las familias tampoco son iguales. Pensar es lo más importante antes de construir. Pensando solo gastamos lápiz y papel. Y con el pensamiento, diseñando ahorramos dinero. Colectivamente desarrollamos el método de Rodolfo, atendiendo en la clínica de la FADU a familias reales, en los consultorios, ¡y nos encanta acercar la arquitectura como un derecho para todxs!” Sofía Mora, directora también de películas como La hora de la siesta o El visitante explica el motivo de su aproximación a ese tipo que conjuga solidaridad, provocación, utopía y deseo y que lleva Rodolfo como nombre: “Quizás lo que una todo esto es que es un humanista, alguien que cree en el hombre, con una mirada suficientemente aguda y distanciada como para poder ver la estupidez y la mediocridad que está también en su naturaleza. Un humanista que encuentra en el humor y en la provocación una manera de innovar y de romper estructuras que no sirven ya, que son de otros tiempos. Quizás ahí es donde sea un adelantado, y con sus ideas sobre cómo se podría vivir mejor, quizás, sea entonces un utopista. Conocí a Livingston a través de una colega y amiga, Candelaria Frías, que había leído sus libros y tenía una amistad con él. Ella siempre me hablaba de Rodolfo, su método, sus historias, y fue ella quien me propuso hacer un documental/retrato. Recuerdo que cuando comenzamos a trabajar en la idea leí su libro Memorias de un Funcionario, y enseguida me convencí de que había que hacer un documental sobre él.”
Descentralizar el pensamiento
El pensamiento y la práctica de Rodolfo Livingston responden a una ética que muchos de sus colegas han perdido, alejados de cierta humanidad, con la mera ganancia antepuesta a la solidaridad. La especulación inmobiliaria es una muestra del negocio sin escrúpulos en los cuales muchxs profesionales participan. Sofía Mora reconoce no ser una estudiosa de la arquitectura y sus corrientes pero opina: “Puedo decir que el Método responde a la escala humana de la arquitectura, una escala universal, con la que cualquier persona puede conectar y tomar para sí. Pero algo que parece tan básico o elemental pareciera ser justamente lo que ha sido olvidado por las escuelas y universidades. Livingston habla de las ceremonias, de las ceremonias de todos los días que vivimos en nuestros espacios, en nuestro tiempo. Y al fin y al cabo esas ceremonias son las que atesoramos en nuestro recuerdo, los sonidos, las voces, los momentos compartidos dentro de un espacio y tiempo. Y toda escena, tanto en la vida como en el teatro o el cine, sucede en un espacio, en una escenografía. Y el Método se ocupa de eso, de pensar en esos espacios y reflexionar sobre ellos, para volverlos mejores.” Un debate a plantear y no sólo en la arquitectura: la formación académica, la construcción de ciertos cánones y algunos mandatos. Pero siempre hay fisuras en los guetos académicos e institucionales, tal cual indica el programa de lanzamiento de este Primer Congreso Internacional entre Arquitectos y Clientes. Marinaro detalla en dónde vislumbra este colectivo esas fisuras: “Las fisuras del sistema, de la ortodoxia académica, que nos entrena para proyectar aeropuertos, grandes edificios y durante toda la carrera no vemos a un cliente real. No tenemos clínica. Los médicos tienen su práctica, los dentistas, los pilotos de aviones; nosotros terminamos la carrera sin haber visto a un cliente real, sin resolver un caso real. En esta fisura nos instalamos nosotros; llevamos familias reales a la FADU. En nuestros talleres (vamos por el quinto, desde 2014) atendemos casos reales, llegan chicos, adolescentes, familias que nunca habían visto a un arquitecto de verdad, y mucho menos sabían para qué servía un arquitecto. Y terminaron deslumbrados. Porque los escuchamos, a cada uno les presentamos alternativas de proyecto, les hicimos pensar su casa y les entregamos un proyecto que se adapta a su película, que es bello, que puede construirlo, que es suyo, porque la familia participó en el proceso. Por eso esas caras de felicidad: la felicidad es la devolución final. El agradecimiento de la familia. Y el sabor del deber cumplido, de saber que podemos ser felices con nuestra profesión, que podemos vivir de nuestra profesión y hacer felices a las familias. Alimentamos el cuerpo y el alma. Esa es otra fisura. Porque los arquitectos sufren porque lograr cobrar por una idea, por un proyecto es una aventura difícil y casi siempre termina mal; la forma de cobrar es construir. Por eso se va de lleno a la construcción. Nosotros estamos mostrado otra forma, otra forma de construir en el espacio, otra forma de construir los vínculos. Otra forma de ser arquitecto. Y en la enseñanza encontramos otra fisura, enseñar con alegría y con amor. En nuestros talleres hablamos de amor, entre los pares. Desarrollamos técnicas para vincularnos entre nosotros, para conocernos, para saber cómo podemos ser mejores juntos, cuál es tu fortaleza, y cuál es la mía y cómo juntos somos mejores. Trabajamos en equipo, pensamos en equipo y actuamos en equipo. Y así llegamos a esta propuesta de congreso uno+uno igual miles.”
Nuestro país debe descentralizar el pensamiento, fundamentalmente y repensar su configuración poblacional y ocupación de territorios. Este grupo intenta plantear una nueva forma de practicar la arquitectura y el urbanismo, en otras palabras, cooperar a que la gente practique un mejor modo de vivir. “En este congreso abordamos este tema. Tenemos varias mesas con especialistas y familias con temáticas que abordan esta complejidad “– desarrolla Nidia Marinaro - “Cuestionamos la forma en que el sector público responde a la demanda con el calidad vs cantidad y así tenemos las medidas mínimas en las viviendas, cuestionamos las fórmulas crediticias, además de ser inaccesibles la mayoría de las veces; porque no han dado respuesta a la demanda de reforma, y ofrecen catálogos como si existieran catálogos de familias. Cuestionamos quienes arman los planes de viviendas, qué experiencia tienen, la mayoría delas veces no han atendido muchas familias, es como no conocer la base. Un investigador de Conicet es genial, está buenísimo, pero ¿tiene experiencia? Obviamente que es súper importante la conceptualización, la investigación, etc.; el pensamiento es el eje para nosotros. Pero el pensamiento con respaldo en la práctica. ¿A cuántas familias ha atendido Rodolfo Livingston en su estudio en 70 años de arquitecto? Tiene un archivo valiosísimo. Y una vocación por enseñar, por transferir; ¿cuántas veces ha sido consultado para pergeñar una estrategia que resuelva el tema de la vivienda? Nunca. No fue consultado nunca en la Argentina. Sí recibió consultas de otros países. La urbanización de los barrios, desastrosa. Salvo excepciones es desastrosa. La mejor prueba es que te volvés al barrio a los seis meses y la gente lo transformó. Cosa que no pasa en los countries. Porque para los barrios populares no se piensa, se ubican cajitas, para los countries sí se piensa. La descentralización de los planes sociales no funcionó nunca. Porque la burocracia y el aparato es el mismo, es parte del mismo cuerpo. Un arquitecto de una dependencia estatal en Jujuy está inspeccionando un barrio de casitas igual al que inspecciona un arquitecto en Misiones, o en Chubut. ¿Qué es lo que se descentraliza? esa sería la pregunta. Nosotros creemos que en todo caso hay que descentralizar el pensamiento, y construir desde otro lugar; escenarios para una vida feliz. Para que una familia pueda vivir con belleza y dignidad. y la belleza no es porcellanato. La belleza de un lugar no es el material, es lo que ocurre en ese lugar.”
Método Livingston, una propuesta para repensar la arquitectura, la ética, las experiencias y la colectividad.
Fuente: Agencia Paco Urondo