El frío y la llovizna en la costa de Mar del Plata no amilanó a los miles de seguidores de Juntos por el cambio que se juntaron en seis cuadras de la ancha avenida Luro casi con la Costa para observar por última vez en esta campaña a Mauricio Macri y a María Eugenia Vidal juntos y en terreno bonaerense. La foto final de una sociedad que funcionó de tal manera que la gobernadora mantiene todavía mejor imagen que el Presidente, siendo ella la que coronó con sus votos la elección del 2015 y la puso como primera mujer en el gobierno bonaerense.

Pero a pesar de la lluvia, el frío y el viento costero, el espaldarazo tenía que darse para demostrar al Frente de Todos, que cierra su acto este jueves también en esta ciudad y a pocos metros de diferencia, que la ciudad nunca fue peronista, a pesar que la candidata Fernanda Raverta se le acerca al elegido de Macri y Vidal, Guillermo Montenegro, el hombre que nació e hizo la primaria y la secundaria en esta ciudad y nunca más volvió, salvo para querer ser intendente.

Las diferencias estaban claras. No hubo abrazo eufórico, ni miradas cómplices, incluso en los discursos se notaron las diferencias, aunque leves, pero estaban. Vidal, en tono de reconocer errores y destrabar la grieta, dijo que "vamos a defender el próximo domingo: vamos a votar cómo vamos a vivir los próximos cuatro años. El poder no es soberbia, no es eterno y no es pensamiento único. Es servicio, servicio, servicio".

Macri hizo todo para mostrarse aguerrido, contestador y casi petulante con su principal adversario, al sostener que "estamos acá para decir que no nos vamos a quedar callados mientras nos roban nuestro futuro". "Ya nos aguantamos varias veces el 'dedito', la prepotencia, la soberbia. Somos una mayoría que nos pasamos muchos años en silencio, con miedo, mirando la política desde lejos. Ese espacio terminó tomado por gente que quiso ir por todo, hasta por nuestra libertad", expresó.

Mientras las banderas argentinas se agitaban con cada palabra del Presidente y candidato, incluso un muñeco inflable de grandes dimensiones con la figura de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner con traje de presidiario, parecían acompañar la arenga del "si se puede, lo vamos a dar vuelta" que Macri repetía y repetía hasta el cansancio.

Desde una hora antes los simpatizantes empezaron a llegar por distintas calles, previamente cortadas por personal de Transporte y Tránsito del municipio, provocando un gran caos automovilístico en todo el centro de la ciudad. Para precalentar, y como suele hacer, fue el propio titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, marplatense de nacimiento, saltaba y gritaba en el escenario para entrar en clima y preparar la llegada de los oradores.

Quien abrió el fuego fue el vicegobernador Daniel Salvador, quien no pudo con su genio para sacar a relucir su chapa radical al decir que "en el 83 había que convocar al pueblo argentino y eso lo pudo hacer (Raúl) Alfonsín. Ahora también los convocamos por que podemos dar vuelta esto. Todos juntos".

Pero Macri insistió luego, siendo el último orador, al preguntarle a la gente: "¿Dónde están los colectivos, en que vinieron ustedes?" "Claro -se respondió a sí mismo-, porque estamos aquí haciendo patria. Por eso sí, se puede".

También tuvo su momento futbolero, al decir que "aprovecho para felicitar a River por el triunfo de anoche (por la victoria sobre Boca del martes, por la semifinal de la Copa Libertadores), pero también quiero felicitar a los hinchas de Boca. Ayer (por el martes) tuvimos un espectáculo deportivo en paz. El fútbol siempre da revancha".

El acto tuvo también las palabras de Montenegro, antes que Vidal, y aseguró como entre las prioridades jerarquizar al cordón frutihortícola, el Puerto y la industria textil, pero consideró que "no hay posibilidad de que una sola persona haga estos cambios". "Esto lo tenemos que hacer todos los marplatenses juntos", deslizó.

Ya al final, y con la presencia en el escenario del candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto, la candidata a diputada María Lujan Rey, Lombardi y el propio Montenegro saludaron a los presentes, mientras de fondo se escuchaba la canción del "si se puede, hay que darlo vuelta". No hubo besos ni abrazos íntimos, solo compartieron esa alegría a mano alzada con la gente. El frío no estaba solo en los termómetros.