Luego del categórico respaldo que le brindó en 2019 tras los cuatros años de gestión de Mauricio Macri, el electorado le envió este domingo un duro mensaje al gobierno de Alberto Fernández. Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) celebradas este domingo constituyeron el primer test electoral de peso de un gobierno que estuvo signado por el desafío de tener que gobernar en una situación inédita: la de hacerlo en medio de una pandemia. Y lo que tuvieron que oír en Casa Rosada una vez abiertas las urnas no fue lo que esperaban.
A la luz de los resultados parece que poco importó el esfuerzo que el gobierno nacional puso en reforzar el sistema de Salud para afrontar el desafío que significaba la pandemia así como tampoco parecen haber alcanzado las medidas tendientes a morigerar el impacto del coronavirus COVID-19 en la actividad económica.
El oficialismo perdió sin atenuantes en los principales distritos electorales del país. Pero si una derrota en Ciudad de Buenos Aires y Córdoba eran esperables, los golpes recibidos en provincia de Buenos Aires y Santa Fe no lo eran tanto. Y son esas dos derrotas, y en especial la experimentada en territorio bonaerense, el principal distrito electoral del país con el 37% de los votantes, las que terminaron de configurar el escenario de derrota.
Como nunca el mapa de la Argentina quedó teñido de amarillo apenas dos años después de que ese color solo ocupara una franja que dividía al país en dos. Y este voto castigo obliga a Fernández a relanzar su gestión para intentar revertir este resultado en los dos meses que quedan por delante hasta el 14 de noviembre cuando se celebren las elecciones generales.
Con la mitad de las bancas en Diputados y un tercio en el Senado en juego el Gobierno arriesga la posibilidad de ver obstaculizados sus proyectos en el Congreso.
"Algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe. Y todos los que estamos aquí escuchamos el veredicto de la gente y sabemos que hay errores que hemos cometido. De los errores aprendemos, y además, evidentemente hay una demanda que no habremos satisfecho en los votantes y a partir de mañana vamos a trabajar para satisfacer las demandas", señaló Fernández este domingo desde el búnker del Frente de Todos montado en Chacarita.
Y dio señales de lo que se vendrá: "Vamos a trabajar a partir de mañana denodadamente para satisfacer las necesidades, con el compromiso de siempre. La campaña acaba de empezar y tenemos que ganarla, porque tenemos un compromiso con el país. Lo que más necesitamos es poder avanzar, con más justifica social, con más desarrollo con más educación, con más salud".
El mapa de la Argentina formado a partir del resultado electoral de este domingo muestra más que nunca la grieta que divide a los argentinos y la compulsa entre dos modelos de país antagónicos cuyo apoyo se mueve de manera pendular al calor de la situación económica del momento. ¿Alcanzarán dos meses para cambiar esta realidad económica? Parece demasiado poco como para que la aguja del amperímetro se mueva diametralmente.
Es de esperar que ninguno de los hoy devenidos en candidatos repita los mismos apoyos, podrán sumar o perder algunos pocos puntos porcentuales. El oficialismo podrá revertir el resultado bonaerense y conseguir un halo de triunfo´en noviembre, lo que no es poco ciertamente, pero muy probablemente no sea un triunfo arrollador que le garantice muchos más diputados que los que logará el macrismo.
El escenario bipolar del mapa político argentino se refuerza elección tras elección. Sólo la irrupción de Javier Milei en ciudad de Buenos Aires aportó una nota de novedad al escenario político argentino. Pero limitado al territorio porteño no alcanza todavía para abrir un cuña en la grieta que divide al país. Los intentos por imponer terceras vías, como el de Florencio Randazzo, naufragaron casi antes de comenzar a andar.
Así planteado el escenario, con un Mauricio Macri marginado por los propios, un Horacio Rodríguez Larreta cada vez más presidenciable, Fernández enfrenta el desafío de comenzar a edificar la segunda mitad de su mandato desde mañana mismo. Las elecciones de medio término nunca fueron buenas para el kirchnerismo. No es novedad. Pero tampoco anticiparon lo que vendría dos años más tarde. Néstor Kirchner perdió contra un hoy jubilado de la política Francisco de Narváez en 2009 y dos años más tarde obtuvo la reelección con el 51% de los votos. En 2013, cuando el macrismo no había sido capaz de presentar candidatos en provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde perdió con un por entonces opositor Sergio Massa y dos años más tarde Daniel Scioli cayó frente a Macri en el balotaje. Y es con esa certeza de que no existe certeza alguna, que Fernández deberá comenzar, en este escenario cada vez más polarizado, a construir el camino que desembocará en 2023.
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