El informe "Jóvenes de 18 a 24 años que no estudian ni trabajan en la Argentina urbana pre-post pandemia (2017-2021)" evidenció una situación que podría identificarse como estructural, si se tiene en cuenta que el porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan se mantiene similar a la prepandemia de Covid-19, e incluso era mayor entre 2017 y 2019. Por otro lado, la situación empeora para las mujeres y jóvenes que viven en hogares pobres.
El impacto de la pandemia
El documento advierte que durante la pandemia hubo una mejora en la educación de los jóvenes de 18 a 24 años pero que, pasada la crisis sanitaria, el déficit educativo empeoró con niveles sobre los registrados antes del Covid-19. A finales de 2021, sólo el 48,3% de los y las jóvenes estudiaba o ya había terminado estudios terciarios o universitarios. Por lo que los excluidos del sistema educativo representan más de 5 de cada 10 jóvenes a nivel nacional.
En cuanto a los jóvenes argentinos que no estudian ni trabajan, el Observatorio determinó que en 2019 eran 27,2% , con el 9,9% de ellos en búsqueda de trabajo. Durante la pandemia, este número aumentó a 30,4% aunque también se observó un alza significativa del porcentaje que ingresó al sistema educativo - de 44 a 49,2% entre 2019 y 2020. Pero terminó acomodándose en 26,4% en el 2021.
Desigualdad de género y feminización de la pobreza
El porcentaje de mujeres que no estudian ni trabajan de manera remunerada, ni buscan empleo duplican de manera estructural a sus pares varones: 20% versus 10% en 2021. Esta situación se reproduce de manera agravada cuando incluimos a los desocupados en el déficit: 3 de cada 10 jóvenes mujeres (30%) versus 2 de cada 10 jóvenes varones (22,9%) no estudian ni trabajan de manera remunerada. De todas formas, entre las mujeres hay una mayor escolarización o terminalidad educativa. En 2021, superando a los varones (42,1%), el 54,6% de ellas terminó estudios terciarios o continuaba estudiando secundario o terciario.
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