Con una masiva afluencia a los cementerios de todas las localidades de la provincia de Jujuy, los pobladores recordaron este martes el Día de los Fieles Difuntos, junto a las expresiones culturales que se vieron reflejadas en las tradicionales mesas de ofrendas de pan en los hogares.
“Hubo mucha afluencia de gente a los cementerios, hemos vuelto a las demostraciones de fe como en la época de la prepandemia”, dijo a Télam el obispo de Jujuy, Daniel Fernández, quien valoró las manifestaciones de los jujeños “en comunión con los santos y sus difuntos”.
El Día de los Fieles Difuntos representa una de las revelaciones culturales más enraizadas en el pueblo, en el día que también se levanta una mesa de ofrendas hechas con masas de pan y comidas simbolizando los gustos que las personas fallecidas disfrutaron en la vida terrenal.
“A los amigos y familiares que se perdieron los invocamos con la ayuda de la oración y la eucaristía, además del recuerdo en el corazón y siendo conscientes que forman parte de nuestras vidas y nuestras mesas”, completó el referente de la Iglesia jujeña.
Sobre las expresiones culturales indicó que cobran sentido porque, “si bien nuestros difuntos están en otras dimensiones y nosotros acá en la tierra tenemos esa sensación de estar enlazados".
Fernández consideró que "muchos de los familiares no llegaron ni a despedirse (de personas fallecidas por coronavirus) por las restricciones que la emergencia sanitaria imponía y en algún caso tampoco acompañarlos a su último destino y todo eso le dio un condimento especial este año”.
Desde las primeras horas de la mañana cientos de ciudadanos se acercaron hasta el cementerio Nuestra Señora Del Rosario o El Salvador de la capital provincial, llevando a cuestas flores, coronas, mientras se escuchaba el susurro de oraciones.
En tanto en los parajes de la Quebrada de Humahuaca o la Puna jujeña, se entremezclaron la idiosincrasia y el sincretismo entre los conceptos de la Iglesia y las manifestaciones de raíz originaria, como las “chayadas” a la Pachamama, que se realizaron como cada año en los sitios lindantes a la morada de la persona fallecida.
Luego de recorrer los cementerios familias, vecinos y amigos se alistaban en múltiples hogares para levantar las mesas de ofrendas con masas de pan de diversas formas, adornadas de manera similar a un altar en la cual también se exponen fotografías de sus difuntos.
En esa mesa permanecieron durante los últimos dos días las tradicionales ofrendas como también las comidas, bebidas, cigarros y las frutas preferidas que disfrutaban las personas en vida.
Las ofrendas de pan representan "todo lo que ha tenido y le gustó en vida al difunto: hay animalitos, están los parientes, los regalos, cada cosa tiene su significado; por ejemplo las escaleras son para que bajen y suban los espíritus del cielo", explicó en sus libros el escritor Ernesto Vázquez Zuleta.
También se reparten masas dulces de pan, elaboraciones gastronómicas regionales, verduras, confituras, hojas de coca, chicha y otros alimentos para compartir en esta fecha tradicional, en la que se decretó asueto escolar y administrativo.
Para concluir con la tradición los participantes compartieron diversos platos de la región como picantes de pollo y de lengua y empanadas al horno de barro, mientras comienza la música para "despedir el alma hasta el año próximo".
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